Nando
15 min readDec 24, 2020

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VERSION EN ESPAÑOL DEL ARTÍCULO “HITTING THE WALL”

Contra el muro

Este artículo, basado en un podcast para Inner Green Deal, describe cómo veo el mundo hoy, a los 62 años, cuando me embarco en la última travesía de mi vida y tal vez de nuestra especie en este planeta.

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DESPERTARES

Despertar es simplemente aceptar la realidad tal como es.

Propongo una metáfora. Desde nuestro nacimiento, caminamos por un sendero. Nuestra civilización también recorre un sendero desde su nacimiento. Y ambos senderos terminan abruptamente cuando chocan contra un muro. Ese muro es la Muerte y el Colapso.

La mayoría de la gente camina por el sendero totalmente inconsciente de la existencia del Muro. Se distraen con sus preocupaciones diarias, auto-engaños e ilusiones. Hasta el día en que se encuentran con el Muro y mueren. Algunas personas mueren de Covid afirmando en sus lechos de muerte que Covid no existe, es solo una conspiración. Algunas personas afectadas por incendios, inundaciones, huracanes y Covid no se dan cuenta de que nuestra civilización ha golpeado el Muro del Colapso.

Otras personas son conscientes del Muro y, mucho antes de que lo golpeen, dirigen su atención a encontrar aberturas a través del Muro e imaginar un buen futuro más allá del Muro. La religión y la sostenibilidad han mantenido la atención de la gente lejos del Muro.

Algunos tienen el valor de mirar al Muro a los ojos. Y entender que todos los caminos del universo tienen un final.

UN CAMBIO DE PARADIGMA

Vemos el mundo a través de nuestro propio prisma. Y rara vez miramos al prisma en sí. Se produce un cambio de paradigma cuando de repente vemos las cosas de forma diferente. Y cuando un paradigma cambia, nuestro comportamiento también cambia. Naturalmente.

El gran cambio de paradigma me ocurrió en 2009, cuando leí un artículo en el New York Times con el título “El fin está cerca”. Un título impactante, y un contenido inquietante: el cambio climático y el pico del petróleo pronto podrían precipitar el fin de nuestro mundo. Ante esto, la Red de Transición propone una visión “positiva” en la que las comunidades locales son la respuesta para reforzar nuestra resistencia y reducir nuestro impacto. Este artículo cambió mi paradigma y me incitó a empezar a buscar pasadizos a través del Muro. Me volví vegetariano, aprendí más sobre la Red de Transición, me convertí en un partidario activo de las iniciativas medioambientales dentro de mi organización y … compré muchas latas, filtros de agua y un par de cuchillos, por si acaso.

Un segundo y más profundo cambio de paradigma me ocurrió en 2018. Ese fue el año de mi retiro en la montaña, donde enfrenté mis miedos y sentí dentro de mí la verdad del aforismo “No se trata de cuántos años hay en tu vida, sino cuánta vida hay en tus años”. También fue el año del documento de la Adaptación Profunda, del lanzamiento de Extinction Rebellion y de los Viernes del Futuro. Fue el año de la publicación del Informe del IPCC de 1,5°C. Y, lo más importante, fue el año en que decidí dejar mi trabajo y dedicar el resto de mi tiempo a mirar el Muro.

EL MURO

Como mencioné antes, el Muro al final del camino tiene una doble dimensión: Muerte individual y colapso colectivo. Ambos son inevitables.

Enfrentarnos a nuestra propia mortalidad es probablemente el trabajo más importante para un ser humano. Y es particularmente difícil en nuestros tiempos modernos, donde la muerte y los finales han sido erradicados de nuestra vida cotidiana. No venden bien. El título del libro de Sheldon Salomon “El gusano en el corazón (de la manzana)” transmite muy bien nuestros sentimientos cuando (no) pensamos en la muerte mientras vemos la televisión. Su libro está basado en el libro seminal de Ernst Becker “La negación de la muerte”.

Afrentar el colapso inminente de nuestra civilización es probablemente el trabajo más importante de nuestra sociedad. No estoy al tanto de la existencia de un libro con el título exacto de “La negación del colapso”, pero hay cientos de libros, informes, artículos, conferencias y podcasts que discuten el tema desde todos los ángulos posibles. En la siguiente sección, resumo mi comprensión de la situación desde mi condición de simple ciudadano bien informado.

EL COLAPSO ES INEVITABLE

Tras estudiar la situación, he llegado al convencimiento de que el colapso a corto plazo es ahora inevitable. Y no soy el único, el Instituto Francés de Estadística (IFOP) confirmó en una encuesta reciente que el 70% de los italianos, el 65% de los franceses, el 52% de los americanos y el 39% de los alemanes creen que es probable un colapso en los próximos años.

La primera razón para creer que el colapso es ahora inevitable es simplemente que en este universo, todo tiene un principio y un fin. Punto final. Sé que voy a morir. Y todos deberíamos saber que vamos a morir. Y también sé que todas las sociedades y civilizaciones hasta ahora han colapsado, han desaparecido. El Imperio Romano, los Mayas, los Aztecas, todos han desaparecido. Y hay muchas investigaciones de J. Tainter, J. Glubb, J. Diamond. Y algunos de ellos (Glubb) dicen que normalmente las civilizaciones tienden a durar 200, 250 años antes de colapsar. Y son 250 años desde la Revolución Industrial.

La segunda razón es que los humanos carecen de capacidad de actuación (agency en inglés) para evitarlo. Y, claramente, nuestros líderes políticos y económicos son incapaces y no están dispuestos a actuar con la debida determinación. La única alternativa al colapso sería un descenso controlado muy pronunciado, es decir, una descarbonización radical de nuestros estilos de vida que implicaría una recesión económica durísima de proporciones inimaginables. Como dijo hace tiempo un líder europeo: “Sabemos lo que hay que hacer; simplemente no sabemos cómo ser reelegidos si lo hacemos”. Piensen en las posibilidades electorales de un candidato a las elecciones de EE.UU. promoviendo el lema: “Haz que América sea pequeña otra vez”. Eso no sucederá. Punto final.

Y la tercera razón es lo que yo llamo “Rebasamiento ecológico insalvable”. El concepto fue elegantemente introducido en el libro Rebasados (Overshoot) de 1982 por William R. Catton: La capacidad de carga de la Tierra simplemente no puede hacer frente a nuestro ritmo de extracción de recursos, emisión de contaminantes y destrucción de los ecosistemas. Mientras que el principal foco de atención tiende a ser el Cambio Climático, el rebasamiento de los límites se manifiesta en las Siete Esferas (Modelo conceptual inspirado en el trabajo de Arthur Keller, colapsólogo y narrador francés) que podemos usar como marco para entender nuestro predicamento.

1. La primera esfera es la Atmósfera, donde se observa la acumulación de gases de efecto invernadero que desencadenan el Cambio Climático y el Calentamiento Global catastrófico. El gas más importante es el dióxido de carbono (CO2), con concentraciones de alrededor de 415 partes por millón, un nivel no visto en los últimos cientos de miles de años. Este CO2 permanece en la atmósfera durante décadas, incluso cientos de años. Así que dejáramos de emitir drásticamente hoy, los gases en la atmósfera continuarían calentando el planeta. Además del CO2, hay Metano (CH4), un gas de efecto invernadero muy dañino que es unas 21 veces más poderoso para calentar la atmósfera que el CO2 y, afortunadamente, se disipa en la atmósfera en sólo 12 años. Las emisiones de metano están creciendo en el Ártico, por el derretimiento del Permafrost y, como se afirma en una investigación reciente, la liberación de metano congelado en el fondo del mar Ártico. Algunos autores afirman que la acumulación de metano podría desencadenar un súbito fenómeno de cambio climático imparable. Como dije, esto está causando el Calentamiento Global, que está previsto que alcance niveles muy superiores al límite de 2°C acordado en el Tratado de París.

2. La segunda es la Biosfera, donde, en pocas palabras, estamos siendo testigos de la Sexta Extinción en Masa de este planeta. Según el Panel de Biodiversidad de la ONU IPBS, un millón de especies del ecosistema mundial están en peligro de extinción a corto plazo. Un ejemplo muy convincente viene de la Academia de Ciencias Naturales de los EE.UU. (PNAS). Cuando observaron la biomasa de mamíferos en el planeta, encontraron que el 36% de toda la biomasa es humana, el 60% es ganado (vacas, cerdos, ovejas) y sólo el 4% son animales salvajes. Sí, sólo, el 4% de la biomasa total de mamíferos son animales salvajes: todas las ballenas, todos los elefantes, todos los rinocerontes, todos los orangutanes, todos los tigres. Los hemos matado y destruido sus hábitats. Niveles similares de destrucción se aplican a las selvas tropicales, manglares, insectos, aves. Y, hablando de aves, el mismo estudio del PNAS encontró que las aves de corral tienen una biomasa tres veces superior a la del resto de todas las aves silvestres juntas.

3. La tercera esfera es la Criosfera, el mundo del hielo, que se está derritiendo. La extensión del mar de hielo del Ártico se ha reducido constantemente en los últimos 40 años con el impacto que tiene en términos de la pérdida del efecto albedo (al dejar de ser blanca, la superficie absorbe la luz y el calor del sol). Y esto también tiene un efecto en la Corriente del Golfo, en el aumento del nivel del mar, etc. Fenómenos similares se observan en la Antártida. El derretimiento también ocurre en los glaciares. Los glaciares del Himalaya del Hindu Kush alimentan 10 grandes cuencas fluviales que sostienen algunos de los países más poblados y biológicamente diversos del mundo. Unos 240 millones de personas dependen directamente de ellos para obtener agua dulce; 1.900 millones se benefician indirectamente de su caudal.

4. Cuarto, la Hidrosfera, es decir, los océanos, ríos, lagos y aguas subterráneas. La situación de los océanos se puede resumir con 3 palabras: calentamiento, acidificación y plástico. La mayor parte del calor del calentamiento global ha sido almacenado por los océanos. Y es por eso que la tierra se ha calentado menos de lo que debería. Pero la capacidad de los océanos para absorber el calor está alcanzando sus límites. Los océanos se están acidificando como resultado de la combinación de CO2 con H2O (agua), que produce ácido carbónico (H2CO3). La alteración resultante en el PH está destruyendo la vida marina con caparazones de carbonato de calcio (cangrejos, moluscos, ostras,..). En cuanto al plástico, si el lector aún no ha oído hablar de este tema, basta con referirse a la afirmación de la Nueva Economía del Plástico de que “para el 2050 habrá más plástico que peces en el mar”. Los ríos, lagos y aguas subterráneas están bajo una presión extrema en todo el mundo. La situación es tan grave que la investigación del MIT sobre el agua encontró que el estrés hídrico podría afectar al 52% de la población mundial para 2050.

5. Quinto, la Litosfera, es decir, los minerales en la corteza de este planeta. ¿Y qué pasa con eso? Están llegando a su Pico, es decir, a un punto en el que se vuelven tan escasos o de tan difícil acceso que la energía invertida para obtenerlos no se compensa con el retorno obtenido. Este es particularmente el caso del petróleo y de los otros combustibles fósiles (carbón, gas) en los que se basa toda nuestra civilización. El pico del petróleo es un tema controvertido y nadie afirma que los combustibles fósiles se hayan agotado, pero la mayoría de los expertos coinciden en que su extracción al ritmo actual será mucho más difícil y costosa en el futuro. Y lo mismo ocurre con minerales y metales muy importantes, como el litio para las baterías, el cobre para los cables eléctricos o el uranio para las centrales nucleares. Otra cuestión clave relacionada con la Litosfera es la destrucción de los hábitats causada por la minería. El caso de las arenas bituminosas en Canadá es particularmente trágico: ¿qué pensarán las generaciones futuras de nosotros cuando sepan que destruimos esos maravillosos bosques simplemente para llenar los depósitos de nuestros automóviles e ir a comer una hamburguesa en el centro comercial?

6. Sexto, es la Pedosfera, la capa más exterior de la Tierra que está compuesta de suelo. En una reciente publicación (Informe de la FAO), 300 científicos llaman la atención sobre la biodiversidad bajo nuestros pies, la biodiversidad del suelo, que impulsa muchos procesos que producen alimentos o purifican el suelo y el agua. Describen los suelos como la piel del mundo viviente, vital pero delgada y frágil, y fácilmente dañada por la agricultura intensiva, la destrucción de los bosques, la contaminación y el calentamiento global. En términos simples, el suelo donde cultivamos nuestros alimentos está siendo destruido masivamente, debido a la erosión, a las inundaciones y está perdiendo muy gradualmente la capacidad de cultivar cosas también debido al tipo de agricultura que hemos llevado a cabo en los últimos años con fertilizantes, monocultivos, antibióticos.

7. Y la séptima es la Antroposfera, los 7.700 millones de humanos que viven en este planeta. Una cifra sorprendente sobre la población humana es el ritmo de su crecimiento: 1.000 millones en 1800, 2.000 millones en 1920, 3.000 millones en 1960, 4.000 millones en 1975, 5.000 millones en 1985, 6.000 millones en 2000, 7.000 millones en 2010. Una segunda característica es la asombrosa desigualdad en términos de riqueza e impacto ambiental: 26 personas poseen tanto como el 50% más pobre del planeta. Yuval Harare, el historiador israelí escribió en Homo Deus que la humanidad siempre ha estado obsesionada por tres cosas: Hambre, plagas y muerte violenta. Hasta hace poco, la mayoría de la gente del Norte rico pensaba que esas tres amenazas habían quedado atrás. No tan rápido. En cuanto a la hambruna, unos mil millones de personas califican como obesas, mientras que otros mil millones se mueren de hambre. Y, como se mencionó anteriormente, la degradación de nuestra capa superior del suelo tiene un impacto en los rendimientos de los alimentos básicos que alimentan el planeta (granos, cereales), incluso en Europa. Las hambrunas vuelven, incluso a Europa. En cuanto a la segunda amenaza, hasta el año 2020 pensábamos que la humanidad estaba “a salvo”. Entonces llegó Covid y ya saben el resto de la historia. ¿Y la violencia? No se trata sólo de los conflictos armados en curso (Yemen, Afganistán, Libia) y de los futuros potencialmente devastadores (Corea del Norte, China, Oriente Medio), sino también de los crecientes conflictos vinculados a todo tipo de desigualdades, entre las que destaca la racial. Y el clima no hará sino agravar la gravedad de la situación, según lo informado por la Cruz Roja y la ONU, que hablan de 200 millones de refugiados climáticos para el 2050 (El costo de no hacer nada).

En resumen: todo tiene un final en nuestro universo, nuestros líderes no actuarán de forma decisiva y de todas formas nuestro Rebasamiento ecológico está más allá de nuestra capacidad de actuación.

TRAS LA SOSTENIBILIDAD, POST-ACTIVISMO, PRESENCIA

Como afirma el filósofo británico John Foster en su libro “After Sustainability” de 2014, algunas personas siguen negando lo que está sucediendo, mientras que otras se niegan a reconocer que ya es demasiado tarde para evitarlo. Pero ambas reacciones provienen de la misma fuente: nuestro apego patológico al “progreso”, del cual la sostenibilidad ha sido una versión más. Así que, en cierto sentido, la sostenibilidad es una especie de negación, una forma de mantenernos ocupados, un medio para hacer frente a nuestras ansiedades y nuestros traumas, una estrategia para salvarnos a nosotros mismos salvando el planeta. Una búsqueda de una puerta a través del Muro.

Cuando nos enfrentamos al muro de nuestra hecatombe medio-ambiental es importante reflexionar con serenidad y ecuanimidad sobre qué podemos HACER y qué queremos SER. Y antes de responder a esas dos preguntas cruciales, necesitamos profundizar en la intención que fomenta nuestra agenda existencial. Todos tenemos traumas, patrones que nos convierten en artefactos mecánicos que reproducen una y otra vez los mismos comportamientos. A menudo, lo hacemos simplemente para evitar situaciones que causaron dolor en nuestra infancia, cuando no estábamos preparados para afrontarlas y simplemente elegimos el camino de la evasión. También es frecuente actuar movidos por la necesidad de ser aceptados, aprobados, amados.

En el vídeo El ego del activismo, Charles Eisenstein explora con Ron Harrington el tema de nuestras intenciones cuando actuamos por causas sociales y medioambientales. Claramente, revisar si la intención de nuestra acción proviene del amor por el planeta y los que sufren parece ser una buena práctica. Bayo Akomolafe menciona en alguna parte la idea del “Post-activismo”, que comparte algo de terreno con las ideas de Paul Kingsnorth como “ecologista en recuperación”

Cuando pienso en el trabajo que me siento llamado a hacer me doy cuenta de que me esfuerzo por un Ikigai perfecto que se ajuste a lo que mi cabeza, corazón y manos me dicen sobre quién soy y en qué anhelo convertirme:

Mi cabeza está ocupada tratando de despertar a la realidad de este planeta. Hago dos cosas: 1) Recopilo información y aprendo sobre el estado del planeta, y 2) Diseño medios para compartir esa información a través del prisma de un probable gran colapso societal.

Mi corazón lucha por metabolizar el shock emocional del despertar: Miedo, ira, dolor e impotencia. Participar en la facilitación de “El trabajo que reconecta” desarrollado por Joanna Macy, ayuda en el proceso de aceptación. También me siento llamado a hacer mi trabajo sobre la mortalidad, a lo que contribuirá mi próxima formación en el Instituto Nirakara.

Mis manos están en su mejor momento cuando me comunico. La facilitación es un arte de la comunicación que estoy aprendiendo actualmente (principalmente desaprendiendo a ser un orador). Y sé que hay muchas habilidades manuales y soluciones de baja tecnología que me encantaría desarrollar, incluyendo el cultivo de vegetales, la reparación de bicicletas, un poco de carpintería, …

Así que, en resumen, hay muchas cosas en la lista de cosas por HACER, en lo que Paul Chefurka llama el Camino Exterior. Pero, sobre todo, me siento llamado a quedarme con la lista de cosas que SER, trabajando en quién soy en medio de esta hecatombe.

Confrontar los hechos brutales con 4 Rs.

Thich Nhat Hanh, el maestro budista zen del monasterio de Plum Village en el sur de Francia, dijo una vez: “Al enfrentarnos a la realidad, lo primero que debemos hacer es escuchar dentro de nosotros el llanto de la Tierra”.

Cuando tienes el valor de enfrentar la brutal realidad del Antropoceno, tu reacción natural y saludable es sentir Miedo, Dolor, Impotencia e Ira. Una pandemia de Solastalgia (una mezcla de ansiedad, angustia e inquietud) invade el alma de un número creciente de personas que sienten la inminente catástrofe. Nuestro despertar al Apocalipsis causa trastorno por stress “pre-traumático”; sufrir al pensar en el trauma que se avecina. El consuelo: a veces después del estrés viene la presencia y el crecimiento. De los buenos.

Adaptación Profunda, un “movimiento” existente desde 2018 que preconiza la contemplación de la inevitabilidad de un colapso inminente, propone cuatro preguntas para explorar la cuaestión. La primera es la Resistencia. Al pensar en este situación, ¿qué es lo realmente importante que queremos mantener? La segunda es la Renuncia. ¿Qué necesitamos abandonar ahora para no empeorar la situación? La tercera R es la Restauración. ¿Qué podemos traer de vuelta? Cosas importantes que hemos perdido en las últimas décadas. Y la cuarta R es Reconciliación. ¿Con qué necesitamos hacer la paz? ¿A quién necesitamos perdonar? ¿Qué necesitamos aceptar? No hace falta decir que el trabajo con la mortalidad es fundamental. Y, quién sabe, tal vez hacerse amigo del trauma de nuestra futura muerte y colapso nos ayude a vivir mejor y a morir mejor.

Reconexiones

Nuestro dolor por el mundo puede provocar en nosotros el impulso de romper el espléndido aislamiento que experimentamos desde nuestra infancia. Es cierto que la tarea es difícil, ya que la sociedad ha perfeccionado una cultura que nos convierte en consumidores leales que creen que llegaremos a la plenitud con la compra del último smartphone.

La reconexión es un camino que comienza con un avance cuando se rompe con la ilusión de que somos seres individuales y termina cuando ya no te das cuenta de que te has fusionado con algo grande. Hay tres prácticas básicas que pueden ayudar con esto: 1) La atención es para mí una práctica crucial de reconexión con uno mismo. A través de la consciencia consciente experimento mis sensaciones físicas, mis emociones, mis pensamientos; la relación profunda ayuda a reconectarse con los demás y a experimentar encuentros genuinos de la tercera clase. Simplemente diciendo “Estando aquí contigo, me doy cuenta” y “Oyéndote decir eso, me doy cuenta” puedes fusionarte en el mundo de otra persona; y 3) Simplemente pasando tiempo en el bosque y explorando ritos de paso y ceremonias con los ciclos de la Tierra, uno puede hacer el trabajo fundamental de reconexión con la Naturaleza. Debemos un profundo respeto y reverencia a la Naturaleza, porque somos la Naturaleza. Hemos olvidado lo que las culturas indígenas lograron y aún mantienen: relaciones equilibradas con la Naturaleza. Charles Mann, en su hermoso libro 1491, describe a los pueblos que vivían en las Américas antes de la llegada de Cristobal Colón: poblaciones saludables, viviendo en armonía dentro de sus ecosistemas, hasta que llegamos y les trajimos la viruela y la miseria.

Economía y Ecología

Recientemente, leí un fascinante ensayo que sostiene que la invención del fuego, hace un millón de años, fue el primer paso en nuestro largo camino para destruir este planeta. Otros afirman que el “asesino” crucial fue la invención de la agricultura hace unos 10.000 años. Para muchos, la Gran Aceleración de los años 50, justo después de la Guerra, ha inclinado la balanza y nos ha puesto en el inevitable camino del colapso.

Una cosa es clara, nuestro declive comenzó en el momento en que dejamos de sentir amor, respeto y reverencia por la Tierra. En algún momento de nuestra historia, olvidamos que la Naturaleza es nuestra Madre. Y empezamos a enfermarla. Y cuando empezó a morir, la enviamos al hospicio para que muriera. Y estamos usando su pensión hasta que muera. Y entonces moriremos.

Famosas últimas palabras

Durante los acontecimientos de mayo de 1968 en Francia se hizo famoso un graffiti: “le mot chien ne mord pas” (la palabra “perro” no muerde). Por alguna razón, dos palabras parecen se han convertido en tabú hoy en día: Muerte y Colapso. Ambas palabras nos confrontan con la inexorabilidad de la impermanencia. Estas dos palabras no muerden. Contemplar el significado de esas dos palabras podría ayudarnos a entender quién queremos ser en estos momento críticos para la humanidad y el planeta.

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